Hace exactamente 2055 años Julio César era asesinado por una institución que no quería perder su poder, que miraba recelosa las oscilaciones del primer dictador vitalicio de la República entre la locura y la grandeza. Guárdate de los idus, le advirtieron días antes. César aparentemente no tuvo en cuenta la advertencia, pero seguro que tras la hostilidad del Senado y las palabras del vidente cupo un pensamiento, unas reflexiones acerca de su historia, la distancia entre el mito y su yo, y el sentimiento de un punto de no retorno.

Probablemente sea una idea descabellada, pero lo que es José Mourinho actualmente en el Real Madrid no está muy lejos de lo que Julio César era en Roma. El portugués emprende batallas contra las injusticias cual Quijote, y cree en su modelo metodológico hasta las últimas consecuencias, bien sea dominando la opinión pública o nadando entre dos aguas que al final, siendo preciosistas, sólo nos ofrece el reflejo de un "Mourinho evanescente". Por otra parte dejémonos de relaciones filosóficas entre Mourinho y Nietzsche, y seamos serios. Este hombre es, tras Sir Alex Ferguson, el mejor entrenador del mundo, y eso no se consigue mediante adscripciones filosóficas a las que seguro no conoce, sino a partir del estudio táctico, físico y psicológico del fútbol. Para asociar alta cultura y fútbol dejémoslo en manos de los periodistas cortos de miras que malinterpretan el discurso de Guardiola y de la retórica circense de Valdano.
Ahora, el técnico del Real Madrid se enfrenta a su examen más importante. Son muchos los años que mi generación ha sufrido viendo al Madrid perder en octavos un año sí y otro también, y no tengo ni idea de que es eso del señorío blanco cuya ausencia se le echa en cara al bicampeón de Europa. La única verdad es que mañana será un todo o nada para el mejor Madrid que he visto en mi corta vida, el partido (de momento) más importante del año, por delante del 20-A, tantas veces enunciado por el gran Guasch. Mourinho exige un Bernabéu que sea uno más a la vez que se escuda en su propia historia y la de la institución, sin duda es el día para distanciarse, pero esta vez el mito se hará realidad. Hoy son los idus de marzo, día para la reflexión; mañana será 16, día para la historia escrita en presente.

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