domingo, 25 de julio de 2010

Giovanna-Carlotta-Madeleine: retrato de una muerta


Desde la Antigüedad el Arte ha funcionado de diversas formas. Una de las más curiosas es cómo mediante el retrato se ha intentado inmortalizar a la persona o al objeto retratado. Louis XIV es el caso típico: utilizo su famoso retrato para asegurarse de que tras su muerte se conservaría parte de él. Es la verdad ontológica del arte, como dice Bazin; el Arte nace y se desarrolla como mecanismo para alargar la vida. Edgar Allan Poe ya apuntaba de forma muy poética estas ideas en su Retrato Oval, donde relata la historia de una joven que a medida que va siendo retratada (es decir, inmortalizandose) pierde la vida, con un final mítico en el que el pintor exclama "Ciertamente este cuadro, es la vida misma" y al volverse a su amada la encuentra muerta.
Con la reciente exposición del Renacimiento florentino en el Museo Thyssen este tema vuelve a surgir con el "cuadro estrella". Se trata del retrato de Giovanna degli Albizzi (izquierda), mujer de Lorenzo Tornabuoni, pintado en 1489 por Domenico Ghirlandaio. Un año antes muere a los 20 años de edad, y su marido encarga al pintor cuatrocentista que intente recrear, mediante las medallas y demás objetos con su forma, la imagen de su difunta esposa, para así sentir su presencia y matener vivo el recuerdo. Al ver este cuadro me viene a la cabeza la obra maestra de Alfred Hitchcock, Vertigo (1958), que sin duda aborda como ningún otro filme el tema de la distancia entre la vida y la muerte, y la presencia de un rostro fantasmal. Madeleine (derecha) es la prolongación de Carlotta (centro) en la ficción, como el retrato lo es de Giovanna en la realidad; así, también, Scottie hace de Lorenzo Tornabuoni como el hombre obsesionado con un rostro, con una mujer.
André Bazin decía que con la invención del cinematógrafo la ilusión y el reflejo de una vida eterna o prolongada eran sepultados, ya que el nuevo medio de registro era la cumbre del realismo. Pues bien Hitchcock nos demuestra que cuando ya no se puede utilizar el retrato de esa manera todavía cabe integrarlo en las propias ficciones. El cine no supone una barrera, al contrario. El retrato de Carlotta-Madeleine ejecutado por el genio inglés se encuentra más allá del dilema realidad-virtualidad, más allá de la Historia y las historias. El cine, cual espiral hitchcockiana, integra la Historia a la vez que avanza hacia rumbos desconocidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario