lunes, 6 de septiembre de 2010

Two Lovers (2)




Noche y día, riesgo y aceptación, placer y familia. Gray en estado puro: de lo específico, lo carnal, el deseo al concepto, el bien y el mal, la familia; o viceversa. "Hice la película pensando en la idea de Lacan, según la cual el amor de alguien es siempre real para él, en la medida en que responde a una carencia en él mismo y en que es el resultado de una proyección" (Gray)




Murnau y el espacio-tiempo. Conjugar registro y belleza. Dilatar un momento sostenido, el momento de la elección, de la mirada. Todo es puesta en escena, todo es movimiento. "[...]Volver a encontrar el sentimiento de una belleza, de una gracia, de un amor por la naturaleza y por los hombres del que ni nuestro arte ni la realidad piensan ya en ofrecernos una imagen" (Rohmer sobre El río [Jean Renoir, 1951]).




"[...]Para el cineasta francés (Rohmer), la brecha moral surge de reconocer como el juego donjuanesco de la seducción no es más que un reflejo de los fantasmas mentales masculinos, que no cesan de estrellarse ante una realidad que no se ha articulado desde la fuerza transgresora del deseo" (Ángel Quintana en su crítica de Two Lovers)



Noche y día. Eterno plano-contralano que divide en dos la Historia del Cine, a sí como sus historias. Lumière y Méliès, Renoir y Bresson, Hawks y Ford. Un diálogo en la que unos apuntan a los otros. Una fisura que no sólo divide la realidad y el artificio, los cineastas precisos y los libres (Bergmanorama), también a Michelle y a Sandra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario